El artista plástico Gorka García Herrera, quien fue miembro de la sexta promoción de jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala, ha inaugurado su exposición individual Perdido para siempre lo perdido (2006-2021) en el Centro de Arte Tomás y Valiente del Ayuntamiento de Fuenlabrada. En esta muestra se recogen trabajos de los últimos cuatro años del proyecto Vtopos/Distopos, tras su anterior exposición en la galería de arte Aurora Vigil Escalera, en Gijón, en 2017. Un proyecto que tomaba como base el estudio de las diversas propuestas utópicas que el ser humano ha ido planteando a lo largo de la historia y su reflejo distópico en el mundo actual, y que continuó con la elaboración de algunas pinturas que planteaban una reflexión a través de la contraposición plástica de ambos conceptos. Tomando como paradigma utópico la época renacentista -en la que aparece la novela “Utopía” de Thomas More-, con su recién descubierta perspectiva cónica o con sus numerosos estudios urbanísticos en busca de la ciudad ideal, y como paradigma distópico diversas ciudades contemporáneas devastadas por la guerra, se conformaron algunos trabajos que trataban de contraponer -y a su vez complementar- estas dos estéticas. Al hilo de esta fase embrionaria del proyecto nacieron nuevas reflexiones y también nuevas fórmulas representativas que aparecen reflejadas en los trabajos más recientes: la contradicción como elemento consustancial al ser humano o el eterno e irresoluble conflicto entre el terreno de las ideas y el de su formulación práctica han sido la materia prima desde la que abordar algunas de las obras. Apoyado en la ironía como vehículo discursivo han surgido, por ejemplo, cuadros como “Art 53” o “Art 58”, en los que diferentes artículos de los Convenios de Ginebra de 1949 “subtitulan” de alguna manera la imagen pictórica; las puertas doradas, por su parte, aluden al retablo clásico como estructura y marco “contradictorio” de representación: ése en el que los martirios y sacrificios de la cristiandad se han presentado siempre de forma esplendorosa -tanto por su tamaño como por sus materiales-. Las estudiadas y coloristas composiciones renacentistas; la austeridad cromática de las ciudades de Oriente Medio y su complejo contexto sociopolítico; los retablos cristianos; las puertas de Tápies y los “desastres de la guerra” de Goya; la compleja naturaleza del ser humano o las herramientas que éste desarrolla para justificar y/o asumir sus propias contradicciones son, entre otras muchas, un pequeño compendio de las atracciones y preocupaciones que me han venido acompañando durante todo este tiempo. Y son, igualmente, la materia prima de la que se conforman los trabajos de estos cuatro últimos años. Es, por lo tanto, Perdido para siempre lo perdido un reencuentro y una revisión de las diversas fases que hasta ahora ha atravesado este proyecto; una parada desde la que tomar perspectiva para seguir abordando las nuevas vías de reflexión y experimentación que están surgiendo durante todo este proceso.
La exposición permanecerá abierta al público hasta el día 8 de mayo de 2022.
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