La escritora Ángela Álvarez Sáez, quien formó parte de la cuarta promoción de jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala, acaba de publicar el poemario El hijo culebra, con InLimbo Ediciones. Con este libro, la autora apunta entre las cejas del lector. Uno se expone a la herida entre estos versos que hablan, con tono limpio y hermético, sobre los abortos que se suceden uno tras otro, la fría ausencia del hijo, la mano gélida con la que acaricia la madre, las relaciones familiares que acaban por transformase en ausencias, la maternidad subrogada como último clavo al que agarrarse. No hay nada de dulce en El hijo culebra. Nada de cálido. Sí se suceden las obsesiones y los zarpazos. Porque la poesía de Ángela Álvarez Sáez es afilada y fría como el tacto de un bisturí. Hay que manejarla con cuidado: corta, hiere, golpea tal y como lo hacen las cosas profundas. Con toda la fuerza del rabioso lenguaje.
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