En este acto de inauguración de una nueva promoción (diecinueve ya) de esta casa, que, como siempre os digo, pasa a ser la vuestra, quiero hablaros como artistas, es decir, como creadores de arte, porque al fin y al cabo es lo que sois o lo que queréis ser o llegar a ser. Ya sea escribiendo, pintando, componiendo, filmando… creando. Y recuerdo que en una ocasión me preguntaron que por qué los artistas suelen ser insoportables. Yo le contesté al periodista que también algunos entrevistadores lo son. Pero que no era imprescindible, pero sí muy conveniente. Lo que sucede es que el artista insoportable lo es porque está en esa soledad comunicativa, en esa soledad sonora, y está trabajando para todos y también un poco en contra de todos.
A través del arte conocemos mejor el mundo y nos conocemos mejor a nosotros. Si no, el arte verdaderamente será un artificio, pero no un arte. El verdadero es el que nos enseña la grandeza interior del hombre en general y del creador en particular. El arte es un espejo, pero no del artista. El artista que se mira en el espejo es, primero, tonto y, luego, narciso, y acabará por no gustarse ni a él. El arte es un espejo que refleja lo que está detrás de nosotros.
El arte es la expresión de la vida, y lo que sería perfecto es que fuese una bella expresión de la vida. Esa es la aspiración suprema del arte. El arte es el resumen de la emoción, de la belleza, del sentimiento, de la sensibilidad, de la imaginación y de la fantasía. Y aquí, en este convento, habitado durante siglos por monjas dominicas y que ahora lo hacéis vosotros, espero que lleguéis a conseguirlo. Os ayudaremos, os ayudaréis, de la mejor forma posible, de eso estoy seguro.
Bienvenidos, y, a pesar de las circunstancias actuales, disfrutad de vuestra estancia en esta casa, que está encantada de acogeros entre sus muros. Y sed felices aquí: la felicidad que os deseo es la alta y honda satisfacción de saber quiénes queréis ser, y que lo estáis siendo, o que os aproximáis más cada día a serlo.
Miembros de la XIX promoción de la Fundación Antonio Gala.
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Escrito por Antonio Gala