Todos los nombres que aparecen en este libro son ya inolvidables para mí. Y espero que muy pronto lo sean para todos los que han de contemplar sus obras.
La novena promoción que habitó en esta casa, suya durante este curso y que seguirá siéndolo, está especialmente próxima a mi corazón. Y sé también que al suyo, por la tristeza que -así me lo repitieron a menudo- les produce dejarla.
Pero se equivocaban. No la dejan: siempre será su casa, abierta para que regresen a contarnos qué hacen fuera de ella, cómo la echan de menos, sus éxitos profesionales que tanto les deseo. La fi lial amistad que le profesan es tan correspondida por mí que nuestro lema -“ponme como una señal sobre tu corazón”- ya grabado imborrablemente de antemano en el mío, se ha multiplicado para acoger cada uno de sus nombres.
Que la vida los bendiga a todos; que nunca los separe; que sus éxitos los compartan entre ellos y conmigo; que no me olviden aunque yo no esté. Y que nos añoren, al convento y al aire y a la luz que la habitan, y vuelvan a menudo.
Porque son miembros predilectos de una ya larga familia. Una familia que, se encuentren donde se encuentren, es y será la suya, la que ellos eligieron. Hasta el fin.
Antonio Gala